Ir al contenido principal

El mejor de los cuentos posibles

(Cinco variaciones sobre un mismo tema)

1

El mejor de los cuentos posibles es aquél que nos inunda con su rítmico y sonoro oleaje como una agua benéfica como un magma nutricio y nos deja definitivamente fertilizados como las aguas del Nilo sus amplios márgenes.

2

El mejor de los cuentos posibles es aquél que nos deja en mayor desasosiego que cuando empezamos a leerlo y nos lleva de desazón en desazón y de incertidumbre en incertidumbre hacia cuestionamientos que ya no tienen fin...

3

El mejor de los cuentos posibles es aquél que jamás concluye y de manera sistemática y persistente se va regenerando a sí mismo sin llegar jamás al final y nos mantiene como hipnotizados colgados de su trama hasta el momento mismo en que nos sobreviene la muerte...

4

El mejor de los cuentos posibles es aquél que conforme lo leemos con avidez y voracidad crecientes se va deshaciendo ante nuestros ojos como niebla o humo o polvo y nos lleva irremisiblemente al silencio a la nada al vacío primigenios sin que jamás podamos alcanzar su real sentido.
(El orificio o hueco que como una ávida boca finalmente abre bajo nuestros pies nos succiona y engulle y por él caemos vertiginosos, de forma recurrente, ya durante toda la Eternidad...)


5
El mejor de los cuentos posibles es aquel que refleja de forma escueta y fulgurante el dolor humano en toda su compleja y desgarradora realidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El solitario

HACE ya mucho tiempo que la gente dejó de interesarme. No es que viva solo, no es que viva aislado, apartado del mundanal ruido y sus afanes. No. Simplemente me muevo entre mis congéneres como si éstos no existieran. Mejor aún: para mí en verdad ya no existen. Aun cuando los pueda tener aquí al alcance de la mano, no los tomo en cuenta para nada. Ni para lo bueno ni para lo malo... Nunca. Esta actitud mía puede parecer exagerada, penosa, triste, incluso verdaderamente dramática (sobre todo si se toman en cuenta los vínculos tan profundos que en otros tiempos me ligaron a esta gente, vínculos que en mi ingenuidad y candor yo llegué a creer indisolubles, eternos…), pero la realidad es que no lo es en absoluto. Todo lo contrario. Mi actual  actitud es justamente la que debo adoptar, y bien a las claras la misma ha sido decisiva para la preservación de mi salud mental  y para mi desarrollo y crecimiento personales. ¡Que ya se sabe: Más vale estar solo que mal acompañado!…

Biografía

Carlos Enrique Cabrera nació en La Vega, República Dominicana. Se licenció en Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid (España) y realizó estudios de Bibliotecología y Documentación en instituciones educativas de esa capital europea. Durante años se desempeñó como bibliotecario de la Red de Bibliotecas Públicas de la Comunidad Autónoma de Madrid y como colaborador externo de importantes editoriales españolas (Editora Nacional, Plaza y Janés, Alfaguara, Playor). En la actualidad, es profesor a tiempo completo del Área de Humanidades y Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). En 2001 fundó la revista de letras, artes y pensamiento Caudal, que bajo su dirección, lleva publicados 29 números. Ensayos y cuentos suyos han aparecido en diversos medios impresos y digitales y son de su autoría los libros Reflexiones de bolsillo (INTEC, 2002). Tiempos difíciles: ensayos sociales, culturales y filosóficos (INTEC, 2010) y el conjunto de micro

Pasión de los conjurados

Por JOSÉ M. FERNÁNDEZ PEQUEÑO         El cuento es género contradictorio y rebelde. Mientras constituye quizás la modelación genérica más estricta dentro de la ficción narrativa, rechaza también con pasmosa violencia cualquier intento de cristalización expresiva. Por eso ninguna definición le ajusta bien: basta que alguien quiera apresarlo con las armas de la conceptualización, para que él se sacuda y nos deje un reguero de muestras que escapan al inmovilismo de las clasificaciones. Quien anduvo por esos territorios, a un tiempo delineados e imprecisos, sabe la disciplina que exige escribir un cuento: ese hilo de tensión que necesita ser mantenido a cualquier precio, ese arco voltaico que une como dos polos el principio y el final de la narración, ese asombro cuyo resultado más genuino es la sospecha de que el verdadero cuento sigue ocurriendo más allá del punto final, subsumido en alguna zona imprecisa del lector. Casi todos sus cultores más valiosos han pugnado contra esa