El primer cuento pudo surgir para atenuar el dolor intenso de una herida, colmar una sentida, honda, profunda carencia, llenar un vacío; surgir, pues, en definitiva, de un fracaso y de labios de un fracasado.
Pero también pudo surgir (es otra conjetura) de la admiración y el asombro ante los triunfos rutilantes e incuestionables del héroe, los cuales a su vez fueron siendo minuciosa y laboriosamente adornados y enriquecidos (y exagerados) hasta convertirlos en Mito.
Debemos tener en cuenta además que sin cuento (sin cuentos) no hay Estado, no hay Nación: ahí están el Poema del Mio Cid y la Chason de Roland para demostrarlo de forma clara y fehaciente.
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Pero también pudo surgir (es otra conjetura) de la admiración y el asombro ante los triunfos rutilantes e incuestionables del héroe, los cuales a su vez fueron siendo minuciosa y laboriosamente adornados y enriquecidos (y exagerados) hasta convertirlos en Mito.
Debemos tener en cuenta además que sin cuento (sin cuentos) no hay Estado, no hay Nación: ahí están el Poema del Mio Cid y la Chason de Roland para demostrarlo de forma clara y fehaciente.
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