Qué intensas sensaciones se conjugan en este aquí y ahora para hacerme por entero feliz. Estoy escribiendo y parece que con magníficos resultados, mejores incluso de los esperados. De algún modo (pienso) no he perdido el tiempo, y todos estos años con sus vivencias y vicisitudes y tantas horas dedicadas a la lectura, a la audición de música variada y de altura, a la contemplación de filmes y cuadros y esculturas y puestas de sol y paisajes campestres y urbanos y humanos, han dejado una positiva huella en mí, han terminado por educar mi sensibilidad estética, me han servido de magnífico y eficaz entrenamiento para la difícil y ardua tarea de la escritura.
También (claro está) ha contribuido a este extraordinario y maravilloso logro actual los millares de cuartillas que he venido rellenando día tras día durante todos estos años en la más absoluta soledad sin resultado inmediato aparente, siempre torturado por la convicción de que nada de esto servía para nada ni en modo alguno era valioso ni habría de importarle a nadie; nunca.
¡Ah, queridos amigos!, esta página que ahora aquí redacto sería la prueba irrefutable y perfecta de cuanto digo si lo que voy plasmando en ella de izquierda a derecha en negros caracteres (descripciones, narraciones, diálogos, reflexiones, ideas, emociones, sensaciones, percepciones, vivencias…) no se volatilizara del mismo modo de derecha a izquierda vertiginosamente, recuperando la página toda su alba pureza, tal como ha sucedido con los cientos y cientos (es sin duda ya un vastísimo, inabarcable conjunto…) que he cubierto febrilmente con mi apretada caligrafía a lo largo del día y que ahora se amontonan en mi escritorio (encima y alrededor) en el más completo desorden.
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