Tiene que soportar el ruido las 24 horas del día, es una condición ya consustancial al país: ruido mañana tarde y noche los 365 días del año. Por más que pone de su parte no logra habituarse, sustraerse, sobreponerse, adaptarse al ruido, lo cual está empezando a alterarle definitivamente los nervios, a desequilibrarlo por completo y de forma irreversible. ¡Cómo le gustaría construir en torno a sí una cápsula aislante que lo preserve de esta tortura infinita!
Todo su ser reclama silencio. Pero en vez de disminuir o atenuarse el ruido crece día a día a su alrededor como una marea incontenible que lo anega todo. Ruido cada segundo de su cotidiano vivir, cada vez más intenso, generado por las más diversas y heterogéneas fuentes y los más variados y heterogéneos agentes.
Pero ¡ah!, hoy por fin ha hallado solución a su grave problema, a la ya insostenible situación. ¿Se sumará al ruido medioambiental generando él mismo más ruido? ¿Dejará su actual residencia y se establecerá en el exterior? ¡No, no, jamás! ¡Simplemente convertirá todo el país en un solo, inmenso camposanto!
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