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Mostrando entradas de julio, 2013

Rutinas

UNO TE  despiertas cada mañana convencido de que ahí estará solícito el sólido suelo esperando por ti entregado te pones en marcha esmerado aseo en el baño desayuno nutritivo equilibrado Jugo de naranja café con leche con canela tostadas mantequilla mermelada de fresa la cucharita del café la taza con su plato el cuchillo el tenedor el vaso “tantos objetos familiares que nos sirven como tácitos esclavos.”  Luego abres la puerta de tu apartamento subes al ascensor desciendes los cinco pisos hasta la calle atestada de vehículos peatones ruidos olores estímulos visuales avanzas a buen ritmo por la acera copada cruzas por el paso de cebra (de forma deliberada te visualizo en una ciudad-ciudad, en una ciudad civilizada…) esperas que el semáforo dé libre paso zigzagueas entre la gente que corre afanosa a sus respectivos trabajos como tú lo haces al tuyo por fortuna bien cercano donde te encontrarás con las exigencias del jefe el cúmulo de tareas rutinarias las arteras intrigas de los

Punto final

AL INICIO  de   la tarde  e scribo en  mi estudio con gran inspiración, como pocas veces en los últimos tiempos.  Conforme escribo, me voy diluyendo en la escritura, me incorporo  al  entramado  de palabras  y frases que brota de mi cerebro   y se plasma a través del teclado en la esquiva pantalla del ordenador. Es noche cerrada –la  oscuridad inunda el cuarto– cuando pongo el punto final de mi texto y se completan a la par los dos complejos procesos... Ahora me toca luchar con denuedo porque mi escrito consiga atraer lectores  y, lo que es aún más complicado y difícil… logre... ¡atraparlos!..  Sólo así (lo sé) tendré alguna posibilidad  real  de regreso, de retorno…