YA sé que ha sido terrible, hijo, pero las cosas cuando pasan, pasan, y ya está, no hay que darles más vueltas, nada gana uno con atormentarse. Lo que te ha ocurrido (créeme) me duele como si se hubiera producido en mis propias carnes. Pero ¿qué podemos hacer ya si no asumir el hecho con la mayor entereza y valentía y evitar en lo posible que las cosas vayan a peor? Porque todavía pueden ir a peor, hijo, tenlo por seguro, pues la tensión en la que la pobre Gracielita habrá de vivir en lo adelante no será poca, lo que te la puede llevar fácilmente a cometer cualquier irreparable locura, cualquier disparate. De manera que (así lo entiendo yo, hijo) debes prodigarle a la pobre muchacha todo el amor del mundo sin desfallecer un solo día, y cuando salgas de aquí dado de alta ni por asomo se te puede ocurrir dejarla sola por un solo instante, pues aun siendo ella como es una joven sensata y con bastante buen seso y sentido de las cosas, no deja de ser mujer, y, como salta a la vista
ESCRITOR